EN ABRIL TE ESPERABAMOS

un mes antes de visitar Villa María EN ABRIL, TE ESPERÁBAMOS Te esperábamos en abril, compañero; por los días en que el otoño comienza a pintar de sepias las orillas del Ctalamochita. Ansiosos, te estábamos esperando. Alegres, orgullosos aguardábamos que tu visita nos distinguiera. Pensábamos mostrarte la esquina donde tu entrañable amigo prócer vivió algunos meses. Pensábamos recibirte con una caravana de motos antiguas, como la noble “Poderosa” con la que conociste las vísceras de la América morena por la que vos diste los mejores años y tu amigo la vida. Te esperábamos en el mes de los atardeceres maravillosos, cuando la luz se desvanece azulada entre los jacarandaes de la plaza. Sí, para que nos contaras tu epopeya, te esperábamos. Ansiosos por saber de Fidel, te esperábamos. Con la expectativa de quien aguarda estrechar en un fuerte abrazo a la propia historia, te esperábamos. Imaginábamos que nos ibas a contar, con lujos de detalles, como era de cerca el Che. Como reía, como lloraba; cuando cerraba los ojos, cuando despertaba; como eran las palmas de sus manos, el brillo de sus ojos, sus miedos, sus corajes, sus odios, sus ternuras. Todo eso y mucho más te íbamos a preguntar, Alberto Granado. Pero no llegaste. Te quedaste dormido antes de que el otoño se derramara sobre el planeta. Dormido, para despertar en la eternidad; mientras las cenizas que quedan cuando los hombres se van, se fundirán con los vientos de la patria inmensa que soñó Guevara. Andará tu sueño esparcido en el aire de la Cuba libre, de la Venezuela revolucionaria, de la Argentina digna. Entonces, cuando abril suceda, miraremos al cielo y seguro, no me caben dudas, en algún pájaro algo de vos estará llegando, compañero Granado. Por eso, te seguiremos esperando. Rubén Rüedi

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