el cordobazo ,mayo del 69
¡Abajo la Dictadura¡-¡ Córdoba va! - Diagonales, La Plata, 27
de
Mayo
del 2011
Por Jorge
Luis Ubertalli
El 29 de
junio de 1966, el general Juan Carlos Onganía, en el nombre de las Fuerzas
Armadas y acompañado de un variopinto espectro de organizaciones fascistas,
derrocó al gobierno del Doctor Arturo Illia, elegido en 1964, y se instituyó
como el mandamás de un proceso dictatorial tristemente conocido con el nombre de
“Revolución Argentina”. Auspiciado por legiones del catolicismo integrista como
el Ateneo de la República, la Logia de los Coroneles, los Cursillistas y los
Cooperadores Parroquiales del Cristo Rey- estos últimos vinculados a las
revistas Verbo y La Ciudad Católica y a la Organización del Ejército
Secreto(OAS) de la Francia colonialista y Vichista-, entre otros, Onganía
intentó articular un Estado corporativo similar al que su antecesor en el
golpismo, general José Félix Uriburu, había querido imponer a partir del 6 de
septiembre de 1930. “Nacionalista” en su fascismo a la violeta y “liberal” en lo
económico- su ministro de Economía, Adalbert Krieger Vasena, ex piloto de la
Real Fuerza Aérea británica durante la segunda guerra y ciudadano
norteamericano, congeló salarios, modificó la Ley de
indemnizaciones por despidos, aumentó la edad de los trabajadores
que aspiraban a jubilarse y promovió el desempleo a través de la
desindustrialización, entre otras cosas- el general “ La Morsa”,
tal como se lo conoció vulgarmente, reprimió huelgas y manifestaciones
populares, liquidó a los partidos políticos, prohibió
representaciones gremiales- salvo las que le siguieron el derrotero, como los
Participacionistas y Vandoristas-, apaleó a estudiantes y profesores en el marco
de la intervención a las universidades, entre ellas la Universidad de Buenos
Aires, llevada a cabo el 28 de julio de 1966 durante la jornada represiva de “La
Noche de los Bastones Largos” , y se declaró exponente- cuando no!- del
“occidentalismo cristiano” en su eterna lucha contra el “comunismo”. Un año
después de asumido y de la mano del falangista ministro del Interior Guillermo
Borda, promulgó la ley 17.401 o de Represión al Comunismo, mediante la cual se
expulsó de sus trabajos y se detuvo a cientos de trabajadores, estudiantes,
profesores, científicos y demás acusados por la SIDE en forma “secreta” de
profesar esa ideología, y la ley 18019/68, que censuró filmes, espectáculos
teatrales, publicaciones y hasta óperas como “Bomarzo”, de Miguel Mujica Lainez
y música de Alberto Ginastera.
Asesinatos,
march!
Luego de la
intervención de las universidades del país por parte de las hordas policiales de
Onganía y los uniformados, los estudiantes reaccionaron. El 7 de septiembre de
1966, la Federación Universitaria de Córdoba (FUC) llamó a una concentración
para protestar contra la intervención de los claustros. Impedida por la policía,
que corrió a balazos y gases a los estudiantes, la cita culminó con la muerte
del universitario Santiago Pampillón, quien fue ultimado por tres disparos en la
cabeza. La misma suerte que Pampillón, símbolo de la resistencia estudiantil a
la dictadura, corrió poco tiempo más tarde una mujer mártir, hija de la clase
obrera tucumana y madre de varios hijos, cuya muerte selló la unidad
obrero-estudiantil la cual, en 1969, se constituiría en el emblema del
Cordobazo. Ante la crisis de la industria del azúcar iniciada en Tucumán a
inicios de los años 60, la dictadura avenida en 1966 decidió intervenir los
ingenios azucareros tucumanos, ocupados desde 1965 por los trabajadores
enrolados en la Federación Obrera de los Trabajadores de la Industria del Azúcar
(FOTIA), de 40.000 afiliados, y cerrar otros cinco. Ante la medida, que dejó sin
empleo a miles de productores de riquezas ajenas del sector obligándolos a
migrar hacia donde fuese, la FOTIA decidió a fines del 66 llamar a un Plan de
Lucha Nacional del Azúcar, que pivoteó sobre la instalación de ollas populares y
concentraciones en las principales ciudades de la provincia. El 12 de enero de
1967, cuando se llevaba a cabo una marcha de los trabajadores del
ingenio Bella Vista que la policía reprimió a balazos, fue asesinada Hilda
Guerrero de Molina, madre de cuatro hijos y militante encargada de organizar la
olla popular en la ciudad sede del Ingenio. Su muerte, la de Pampillón, las
detenciones indiscriminadas de militantes populares y trabajadores, enervaron el
clima de tensión que se agudizó ante la traición de dirigentes sindicales como
Rogelio Coria, José Alonso, Jerónimo Izetta y Augusto T. Vandor, entre otros,
que, conciliando con el régimen, se abocaron a evitar el “desborde” de los
trabajadores a sus conducciones corruptas y entreguistas. A fin de contrarrestar
y combatir a los burócratas, el Congreso Normalizador de la CGT “Amado Olmos”
llevado a cabo del 28 al 30 de marzo de 1968 decidió fundar la CGT de los
Argentinos ( CGTA) que eligió al gráfico Raimundo Ongaro como su Secretario
General. De la CGTA, que levantó los programas antiimperialistas y
anticapitalistas de La Falda y Huerta Grande, forjados a inicios de los años 60,
formaron parte inolvidables dirigentes sindicales, como Jorge Di Pascuale,
Secretario General del Sindicato de Farmacia, miembro mas tarde de la Mesa
Nacional de Peronismo de Base y secuestrado-desaparecido el 29 de diciembre de
1976, cuyos restos fueron hallados en el cementerio de Avellaneda en diciembre
del 2009 y enterrados en la Chacarita. Y también Agustín Tosco, Secretario
General del Gremio de Luz y Fuerza de Córdoba, quien junto a otros dirigentes
fue partícipe activo en el “El Cordobazo”, levantamiento popular
del 29 de mayo de 1969 que tumbó a la dictadura de
Onganía.
Córdoba se
mueve en ese 29
Libertaria y
rebelde, la clase obrera cordobesa, junto a los estudiantes se levantó contra el
onganiato en el marco de una protesta generalizada en todo el país. A mediados
del mes de mayo de 1969, los sindicatos de mecánicos (SMATA) y choferes (UTA),
lanzaron paros en pos de sus reivindicaciones. El gobierno, mientras tanto,
anuló el sábado inglés y otras conquistas sociales, lo que agudizó las
tensiones. El miércoles 14 de mayo, el SMATA, dirigido por el entonces
vandorista Elpidio Torres, convocó a una Asamblea en el Córdoba Sport Club,
homólogo al Luna Park porteño, que a pesar de ser prohibida por la policía
reunió a 2500 trabajadores, que a su término se trenzaron en lucha con los
uniformados, con apoyo de los estudiantes. Cinco días mas tarde,
el gobierno del gobernador “corporativista” Carlos Caballero, quien había
intentado crear los Consejos Asesores participacionistas, cerró la
Universidad de Córdoba “por el clima actual de agitación”, plasmado en las
Jornadas de Agitación y Lucha lanzadas por el movimiento estudiantil, quien
también tomaba como banderas a los estudiantes universitarios Cabral
y Bello, asesinados en Corrientes y Rosario en esos días por la represión
dictatorial. Una marcha universitaria fue reprimida por la policía, en la
Iglesia del Pilar se realizó una misa de homenaje al estudiante Santiago
Pampillón, citado líneas mas arriba, siendo también reprimidos los asistentes
por los uniformados. Sin embargo, los universitarios de la Universidad Católica
entraron en escena, solidarizándose con sus compañeros de lucha. En tanto, se
preparaba el paro activo de 36 horas, organizado por Elpidio Torres, vandorista,
que debió ceder a la presión de sus bases mecánicas; Atilio López, secretario
general de la UTA –Córdoba, quien en 1973 fuera elegido vicegobernador de la
provincia y más tarde asesinado por la banda parapolicial Triple A, y Agustín
“El Gringo” Tosco, secretario general del gremio de Luz y Fuerza de Córdoba,
símbolo de la lucha sindical y política anticapitalista y antiimperialista de la
etapa y aún de la actualidad, muerto en la clandestinidad de una septicemia en
1975. Una vez elaborado un documento redactado en conjunto, y que fue llevado
por Torres al SMATA y por Tosco al local de la CGT de los Argentinos, se inició
el día 29 de mayo el paro, que consistió en mantener circulando al transporte
público, llevar a los trabajadores hasta sus lugares de trabajo para luego, a
media mañana, abandonar las labores y marchar hacia el centro de la ciudad, para
concentrarse luego en el local de la CGTA. Nutridas columnas de obreros de
Materfer, Concord, Grandes Motores Diesel y Perkins comenzaron a marchar a la
hora dispuesta por la ruta 9; también desde las fábricas Perdriel e Ilasa; desde
la Central de la Empresa Provincial de Electricidad (EPEC); desde la planta de
Santa Isabel, donde 5000 trabajadores romperían las vallas policiales con ayuda
de los estudiantes de la Ciudad Universitaria, se marchó hacia el centro de la
ciudad. Vecinos, obreros, estudiantes, todo el pueblo de Córdoba participó en la
patriada. A las 12.30, luego de una batalla campal, las fuerzas populares
lograron hacer retroceder a los policías en las cercanías de la Plaza Vélez
Sarsfield. Cerca de allí, en Bulevard San Juan y Arturo Bas, caería asesinado el
obrero mecánico Máximo Mena. La furia de los manifestantes, al conocerse la
muerte de Mena, fue en aumento. Se levantaron barricadas en toda la ciudad, que
fue ocupada por los trabajadores, estudiantes y pueblo en general, en tanto la
policía, desbordada, se replegó hacia sus cuarteles. “Obreros y estudiantes,
unidos y adelante” y “Abajo la dictadura” fueron las consignas de la hora. A la
noche, el Ejército irrumpió con tanquetas y efectivos en las calles de la
ciudad, allanó el local de la CGT de los Argentinos, detuvo a sus dirigentes y
los procesó a través de un Consejo de Guerra. Las penas fueron de 10 años de
cárcel para Jorge Canelles (construcción), 8 años para Agustín Tosco y 7 años
para Elpidio Torres. La dictadura, para variar, acusó al
“comunismo internacional” de los hechos. Cientos de heridos y muertos fue el
saldo de la represión, además de centenares de detenidos.
Enseñanzas
Las
enseñanzas del Cordobazo se pueden resumir en tres, fundamentales y
definitorias: -la unidad de los trabajadores, a pesar de sus diferencias
ideológicas, en lo que hace a la defensa de sus derechos y conquistas de clase;
- la unidad entre los trabajadores y los estudiantes, nervio y pensamiento en
función de un objetivo común: la liberación nacional y social del país;- el
desprecio al imperialismo y la dictadura del capital y sus sirvientes, así se
disfracen de dirigentes obreros o de cualquier otra cosa.
El Cordobazo
marcó un hito en relación con el movimiento obrero clasista en el país y su
perspectiva de dirigir el Poder Popular, junto al resto de los sectores que
hacen a la nación. No fue obra de ningún poder externo ni de maquinación
maléfica alguna. Su ejemplo signó a una generación, que dio su vida durante los
años de plomo para ver surgir una sociedad sin explotadores ni
explotados.
Recuadro
Reglamentos
Dos días
antes de producido el Cordobazo, el Ejército daba a conocer internamente el
Reglamento RV-150-5, titulado “Instrucción para Operaciones de
Seguridad”. En este se instruía a las tropas como elementos de
“ocupación” del propio territorio de la nación, cuando las circunstancias lo
aconsejaran. El desde como emplear armas de fuego o blancas y agentes químicos,
hasta como practicar allanamientos y llevar adelante procedimientos para
“asegurar la libertad de trabajo” se hallan en los contenidos de este paper. En
el item 4 del punto b, Uso de las Armas de Fuego, el Reglamento indica: “Cuando
se deba abrir fuego, se indicará a la tropa tirar bajo, para que los disparos no
sobrepasen las cabezas de los perturbadores y evitar así herir a personas que no
forman parte de la turba. En tal sentido se emplearán las armas de tiro simple,
dado la mayor dispersión de las armas automáticas”. En el punto 6 se sostiene:
“Bajo ningún concepto se emplearán cartuchos de fogueo o disparos al aire, por
cuanto pueden ser tomados como una demostración de debilidad, que puede
envalentonar a los revoltosos”.
Revoltosos,
turba y subversivos serán, para este manual de la represión, homólogos. Una
huelga, en este caso, será un signo de subversión. Ocho años mas tarde, la
dictadura de Videla, Agosti y Massera ampliaría hasta el hartazgo las
perversiones de la “guerra interna” planteadas en este como en otros
“Reglamentos
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