drogas: por JORGE UBERTALLI
DROGAS: DESOPILANCIAS DE LOS ONU
Por Jorge Luis
Ubertalli
En tanto los reyes de los narcóticos, siguiendo la lógica de la
reproducción ampliada capitalista, se dedican a producir y comercializar
inmensas cantidades de alucinógenos euforizantes, deprimentes o de
cualquier tipo y color por el
mundo, la Asamblea de las Naciones
Unidas, cual representante del gobierno mundial de los poderosos, ha instituído
pomposamente, desde 1987, al 26 de
junio como el Día Internacional de la Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico
Ilícito de Drogas. Antes y después de este desopilante pronunciamiento de los
onúbicos, los magnates de los narcóticos, incluídos servicios de inteligencia, mafias
policiales y parapoliciales, militares, empresarios pulcros y decentes (ellos
mismos) y otros exponentes de la delincuencia abierta o desembozada
internacional, han logrado inutilizar la salud y la conciencia de millones de
seres a la par que obtener pingues ganancias, que oscilan, según cálculos, de
325.000
a 500.000 millones de dólares anuales. Sus podridas
esencias sirven de hecho al establishment mundial, al cual pertenecen, si se
calcula que con la introducción de las “drogas” en los Estados, en las clases
sociales y en las formas de vida de pueblos enteros, han logrado, por un lado,
alejar a los jóvenes adictos y aquellos que giran alrededor de la “cultura del
estímulo”, de las ideas políticas realmente transgresoras y revolucionarias. Y
por otro, auspiciar el aumento de gastos y participaciones de militares y
policías en las “guerras internas” que, con la excusa de reprimir al
“narcotráfico”, recrean una vez más las perspectivas de mano dura y conculcación
de libertades en sus propios pueblos. Por otra parte y como anclaje de la
extrema desopilancia, Estados Unidos de Norteamérica, país donde más narcóticos se consumen en
el mundo, se arroga la facultad de “certificar” a otros en cuanto al combate al
flagelo del narcotràfico y sus delitos conexos, auspiciando desde el Pentágono,
el Departamento de Estado, la DEA, CIA y otras angelicales instituciones, la
integración de organismos militares y policiales del continente en el marco de
una verdadera internacional armada.
La hipocresía en acción
“…Existe una categorìa de extranjeros malhechores que fabrican opio y
lo traen a nuestro paìs para venderlo, incitando a los necios a destruirse a sì
mismos, simplemente con el fin de sacar provecho(…) ahora el vicio se ha
extendido por todas partes y el veneno va penetrando mas profundamente(…) Por
este motivo, hemos decidido castigar con penas muy severas a los mercaderes y a
los fumadores de opio, con el fin de poner tèrmino definitivamente a la
propagaciòn de este vicio(…) Todo opio que se descubre en China se echa en
aceite hirviendo y se destruye. En lo sucesivo, todo barco extranjero que llegue
con opio a bordo serà incendiado”. En estos tèrminos se expresò en 1839 Lin Hse
Tsu, oficial del emperador chino, a la Reina Victoria I de Gran
Bretaña. Esta respondiò enviando cañoneras que iniciaron la agresión armada a
China, apoyadas por las potencias de aquel entonces: Holanda, Francia y los
EE.UU. La primer
Guerra del Opio durò desde 1839 a 1842, la segunda de 1856 a 1860. Derrotada China, los
britànicos le impusieron tratados leoninos que incluyeron la apropiación de Hong
Kong y la apertura de varios puertos por ellos controlados. Portugal, en el
marco de extraer leña del àrbol caìdo, ampliò el puerto de Macao, tambièn
confiscado a China. Cebados por el estallido de la primera guerra narco y el
posterior triunfo de los insignes bandoleros, mercaderes norteamericanos e
ingleses se allegaron a China para inundarla de opio. Muchas de las fortunas de
Estados Unidos se amasaron mediante este narcotràfico, coberturizado por las
compañìas China Trade o Far East Trade, las cuales sostenían comercializar tè o
tabaco. La hipocresìa de los “malhechores” se proyectó hacia el futuro. Asì fuè
como en 1909 se llevò a cabo en …¡Shangai!,ciudad de la agredida China, la primera
“fiscalización de drogas” para neutralizar el “problema mundial” de los
narcòticos. Le siguieron otros eventos a lo largo de los años que intentaron
contribuir a contrarrestar el fenòmeno, engendrado en el siglo XIX por
comerciantes ingleses que, al no querer oblar con plata las onerosas
importaciones que la Corona llevaba a cabo desde China, se dedicaron a producir
opio en la India britànica para usarlo, a travès de los cañones, como moneda de
pago – y arma de corrupción y pasividad- en el paìs celeste. En la historia de
los negocios y las conspiraciones, las drogas fueron utilizadas como palanca
para financiar guerras encubiertas, tal cual como se hizo en los prolegòmenos de
la Guerra Fria. A travès de
la divisòn Far
East (Lejano Oriente) de la CIA, se financiaron con heroìna y
opio producidos por tribus laosianas, como los Hmong y Meos, y comercializados a
travès de empresas creadas por la propia Agencia, las guerras
contrarrevolucionarias contra China Popular, que surgiò a la luz el 1 de octubre
de 1949, primero, y contra Vietnam del Norte, màs tarde. Luego de
la Segunda
Guerra mundial, la mafia corsa envió cantidades de heroína a
Francia a fin de corromper y neutralizar el ascendente movimiento sindical y
político marxista. Durante los años 60, los mandamases puritanos del norte de
Amèrica, que se santiguaban ante cualquier violación de los sacramentos del dios
dòlar, incentivaron tambièn a través de sus servicios de inteligencia a los
jóvenes norteamericanos a consumir LSD y otros engendros a fin de canalizar su
rebeldìa anti guerra de Vietnam hacia horizontes que luego resultaron estèriles
y cooptables por el sistema. Un adelantado en esas lides fue Alexander “Sasha”
Shulgin, quien en 1962, y luego de un periplo científico por Dow Chemical y
otras empresas, descubrió la droga de diseño MDMA, más conocida actualmente como
“éxtasis”, mientras experimentaba para la CIA un “suero de la verdad” a través
del estudio de la
mescalina. Desde 1965 “Sasha” también fue consultor de la DEA,
proporcionándole a la agencia mezclas de varios compuestos químicos y sirviendo
de testigo en juicios, lo que le valió el recibimiento de varios premios de
manos de la sacrosanta institución antinarcóticos. Uno de ellos fue la concesión
de la licencia Planificación
I de la DEA, que le permitió poseer un laboratorio de análisis,
situado en los fondos de su vivienda, para sintetizar de distintas formas drogas
ilícitas, que luego serían lanzadas al “mercado”.
Narcoavatares sin fronteras
Una vez producida la Revolución cubana de 1959, la mafia
norteamericana que había hecho de la isla un burdel y se dedicaba al tráfico de
cocaína y otras sustancias, se afincó en su país natal para seguir ejerciendo el
oficio. La
Medellín-La Habana connection, desarticulada en Cuba, siguió
operando en Colombia a través de contrabandistas de ese país que, ante la
insistencia de norteamericanos residentes en Panamá de importar cocaína, se
dieron a la tarea de satisfacer sus necesidades. “Como en aquellos años (fines
de los 60) la producción de cocaína no era muy grande en Colombia, los primeros
envíos se hicieron con base en la cocaína adquirida en el Ministerio de Salud o
en centros médicos oficiales, a través de fórmulas falsificadas o de sobornos de
empleados públicos”- sostuvieron en 1984 los colombianos Mario Arango y Jorge Child en su
volumen “Narcotráfico, Imperio de la Cocaína”, Editorial Percepción, Medellín,
Colombia). La cocaína, según estos autores, en su mayoría era producida por
laboratorios Merck ( de allí el mote de ‘merca’, ampliamente conocido). También
Arango y Child testimoniaron que los Cuerpos de Paz norteamericanos, enviados
para ‘civilizar’ a los campesinos de toda América y el mundo durante la
administración de John F. Kennedy, habían enseñado a los residentes del Cauca a
producir cocaína de la hoja de coca…
En Bolivia y durante la administración de facto del dictador Hugo
Banzer Suárez (1971/78), y, más tarde, del narcogeneral Luis García Meza, la
cocaína de exportación, auspiciada por la CIA y la DEA floreció por doquier.
García Meza, quien dio un sangriento golpe de Estado el 17 de julio de 1980
asesorado por uniformados argentinos, se alió con el “rey de la cocaína”
boliviana, Roberto Suárez, para hacer del narcotráfico una actividad
fundamental. Según testimonió Suárez desde la cárcel, a la que ingresó en 1988,
“fue inducido a traficar cocaína no solamente por el gobierno de García Meza
sino por la DEA y la CIA de Estados Unidos”. Lo mismo declaró el ex agente de la
DEA, Robert Levine, en sus libros Deep Covert (Supersecreto) y Big White Lie (La
gran mentira blanca), ambos publicados en 1989. Cuando, infiltrado entre las
filas de Suárez y sus compinches, Levine osó denunciar las actividades del
narcotraficante y la operación golpista que se tramaba en Bolivia, se enteró que
iba a ser investigado por el Departamento de Seguridad Interna de la DEA para
comprobar si estaba vinculado “con alguna organización de izquierda o determinar
cuanto sabía”, y que se había puesto un premio de 200.000 dólares por su cabeza.
Levine, quien también denunció que la DEA y la CIA apadrinaban a
narcotraficantes a fín de financiar operaciones encubiertas con el producto de
sus correrías, debió obviamente abandonar la DEA y deaparecer. Contrariamente,
García Meza, extraditado desde Brasil a Bolivia durante los años 90, condenado a
30 años de prisión por crímenes cometidos durante su dictadura y alojado en la
cárcel de “máxima seguridad” de Chonchocoro de La Paz desde 1995, vive en
armonía con su situación de reo especial. En marzo del año pasado, habiéndose
efectuado una requisa a su “celda” por fiscales y el ministro de Gobierno, Sacha
Llorenti, se descubrió que el ex dictador gozaba de sauna, parrillero, teléfono
privado y gimnasio en un departamento ubicado dentro del predio carcelario. Otra
perla de los periplos del narcotráfico y sus vínculos VIP.
Luego de creada la Drug Endowment
Agency (DEA) en 1973 por el presidente Richard Nixon, ex
abogado del mafioso norteamericano Meyer Lansky, el tema del combate “ a las
drogas” en los EE.UU. tomó una mayor dimensión y proyectiva internacional. Trece
años mas tarde de creada la super agencia, el presidente norteamericano Ronald
Reagan “firmó una directiva sobre la Decisión de Seguridad Nacional en la cual
se declaraba que el tráfico de drogas constituía una amenaza a la seguridad
nacional” de su país. Entretanto, los “combatientes de la libertad”
antisandinistas, conjuntamente con oficiales de la CIA y de la Agencia Nacional
de Seguridad, intercambiaban drogas, que ingresaban a EE.UU. via Miami, por
armas que iban a parar a los “contras”. Esta constante actitud supuestamente
esquizofrénica de los poderes públicos norteamericanos, no lo es tanto si se
piensa que grandes fortunas de magnates locales se hallan emparentadas con la
venta de narcóticos y el lavado de narcodólares, que se hace hasta hoy efectivo
en bancos situados en el país y paraísos financieros del exterior, como las
Islas del Gran Caymán. A partir de 1988, se impusieron en EE.UU. grandes penas a
los infractores de la ley de Drogas y se les dio amplios poderes a las
autoridades del área, mientras se declamaba que “es de política declarada del
gobierno de Estados Unidos de América la creación de una América sin drogas para
1995”.
Como era de esperar, la “guerra” fracasó. Según la ONU, EE.UU. gasta hoy de
15 a
40.000 millones de dólares anuales en esta “guerra”.Sin embargo, de 1988 al 2008
el uso de drogas en ese país aumentó en 34.5%; la cocaína en 27%; la marihuana
en 8,5%. “Sólo este año, entre 20 y 25 millones de estadounidenses utilizarán
alguna droga ilícita, unos 10 millones más que en 1970, y cada día suman 8 mil a
la cuenta fatal” (“Guerra Antidrogas, Plan Perverso”, Salvador González Briceño,
Telesurtv.net, 21 de junio). Con un 25% de todos los prisioneros del mundo, en
su mayoría jóvenes afrodescendientes o latinoamericanos, los EE.UU. toman la
delantera en cuanto a represión antinarcóticos de “perejiles”. En el mismo
orden, los barones de la droga de Afganistán, en complicidad con la CIA, han
diseminado por Europa y Asia la heroína que allí se produce. Pakistán tiene hoy
5 millones de adictos a esta droga derivada de la morfina y el opio. También
Uzbekistán, Tayikistán, Turkmenistán, Kirguistán e Irán, que en los últimos años
ha perdido a más de 2500 policías y militares en combates contra
narcotraficantes, sufren las consecuencias del quehacer destructor de los
mercaderes de venenos.
No hay onúbicos que valgan contra la podredumbre del capitalismo y su
principal droga euforizante: el imparable consumo de mercancías de cualquier
tipo en pos de lograr la reproducción ampliada del capital y la máxima ganancia
a cualquier costo y a cualquier precio.
Actualidades
Casi al mismo tiempo que en la Cámara de Diputados de Bolivia se aprobaba hace pocos
dias una ley que determinó el retiro del país de la Convención Antidrogas
de la ONU, llevada a cabo en 1961, hasta que no se deje de incluir a la hoja de coca como
narcótico, se llevaba a cabo en
Guatemala la Primera Conferencia
Internacional de apoyo a la Estrategia de Seguridad en
Centroamérica, en la cual se
trató el tema del combate al narcotráfico en la región. La
Secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, prometió
durante el evento un desembolso de 40 millones de dólares que, sumados a los 200
millones del año pasado, se destinarán a combatir al “crimen organizado”. Sin
embargo, esquivó el bulto cuando se le habló de “responsabilidad compartida” en
cuanto al combate al flagelo del narco, en relación con la eliminación del
consumo en los países que encabezan las cifras, como EE.UU. El presidente del
país anfitrión, Alvaro Colom, destacó que el trasiego y producción de narcóticos
no es el único item
a destacar, sino el consumo. Y también se dijo que el lavado de dinero y la
importación de armas desde EE.UU., que van a parar a las bandas criminales
narcos mexicanas y de la región, como los Zetas y otras, que han asesinado a
miles de personas, son parte fundamental del problema.
Sin embargo, el silencio de la Clinton no es casual. Hace pocos días, Fuerzas
Especiales de 19 países se dieron cita en El Salvador, coordinadas por el
Comando Sur del Ejército de EE.UU., para competir y realizar ejercicios bélicos
en relación con el enfrentamiento al crímen organizado. La solución militar para
el “problema” del narcotráfico vuelve una vez más a ser elegida por los
uniformados norteamericanos, que siguen coordinando dudosas internacionales
castrenses del subcontinente.
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